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Lo que cuesta seguir a Cristo

Por Juan Carlos Tuyaré

Reflexiones 19 de febrero de 2023
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Juan Carlos Tuyaré.

Desde el punto de vista bíblico existen por lo menos dos tipos de personas: los que creen y los que no creen. Los primeros gozan de beneficios que los segundos no alcanzan por decisión propia. Pero los primeros; es decir, los que creen, tienen a su cargo la responsabilidad de ser portadores del mensaje para los incrédulos.

Volver a nacer

El mensaje señala que la situación personal del incrédulo puede mejorar ostensiblemente si decide creer. En tal sentido, la ciencia, de manera especial la medicina, ha tardado, pero al fin ha reconocido que los enfermos que creen, en función de las estadísticas médicas, tienen mejores posibilidades de sanarse que los que no creen.

Cuando alguien pasa del terreno de la incredulidad al de la fe, se produce lo que las Escrituras llaman un nuevo nacimiento. Es un evento espiritual invisible que convierte a quienes toman ese paso en nuevas personas. Lo viejo queda atrás y todo es hecho nuevo.

Es un evento espiritual invisible porque no se puede mostrar el desarrollo de su accionar sobre las personas, solo se ven los frutos que ese cambio produce en ellas. Es muy parecido a lo que ocurre con el viento. Nadie puede ver al viento, sin embargo, se puede ver su accionar cuando vemos volar una hoja, o cuando el follaje de los árboles se inclina hacia el norte o hacia el sur, depende de donde sople el viento.

Este procedimiento, al que muchos esquivan por considerarlo un cambio de religión, no es otra cosa que un verdadero encuentro con Dios. El apóstol Pablo enseñó que la mayoría cree en Dios, pero no conforme a ciencia. Esto significa que muchos son los que piensan que se están relacionando de manera correcta con el Creador, cuando en realidad no lo están haciendo.

Hacerlo como corresponde significa conocerlo, y conocerlo es saber lo que Él quiere que hagamos y como. No se necesita ser un filósofo para saber lo que se debe hacer para mantener una relación correcta con el cielo; solo se necesita leer y estudiar el texto bíblico porque él es quien muestra cómo es Dios, y cuáles son sus reglas.

La mayoría de la gente dice que está muy ocupada y no tiene tiempo para leerlo y estudiarlo; sin embargo, se hacen un tiempo importante para otras cosas, como por ejemplo para mirar televisión. No está mal mirar televisión, pero en los planes del cielo no es correcto priorizarlo y dejar de lado la instrucción bíblica.

Todo el tiempo estamos tomando decisiones; y hacerlo significa elegir opciones. Cuando tomamos la decisión de ir por un camino es porque hemos desechado otro. Siempre que elegimos, desechamos algo.

Si no decidimos conocer a Dios, significa que no es nuestra prioridad hacerlo; y tal vez, sin darnos cuenta, lo estamos rechazando.

Tal vez alguien pudiera decir: Yo no lo rechazo, creo en El. Entonces se produce lo que Jesús sentenció cuando dijo: “Bien adelantó el profeta Isaías cuando dijo: Este pueblo de labios honra a Dios, pero su corazón lejos está de El”. Te invitamos a reflexionar cuán cerca o lejos estamos de Dios. Y reconocer que, si bien es necesario hacerlo, no alcanza con solo asistir a la iglesia los domingos. Quienes creemos tenemos una misión en el ejército de Cristo y si no estudiamos las Escrituras, nunca podremos descubrir cuál es nuestro rol. Incluso, por distracción, podríamos quedar afuera.

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