Este año se vive con otra modalidad la Semana Santa, en plena pandemia.
Durante este tiempo en el que virus se adueñó del mundo, la gente hizo crecer las iglesias que adaptaron sus Palabras por medios virtuales.
La desesperación creyó convertirse en fe. Fe es confianza. El sentimiento era que tenía que haber un Dios que frene esta tragedia y se lo imploraron.
Para los que creen en Jesús, Jesús vive.
Es por eso algunas diferencias.
Algunas iglesias celebran la Semana Santa reviviendo el padecimiento de Cristo.
Para cristianos evangélicos, Cristo está vivo, de modo que es sólo una efeméride.
La muestra que es un Dios de Milagros es haber resucitado.
En cuanto a la fecha, que en nuestro calendario es móvil, es incierta. Lo que tiene importancia es la actitud de fervor.
La pascua judía, en cambio, es la liberación del pueblo hebreo cruzando el Mar Rojo llevando panes sin levadura, tradición que hoy persiste.
La buena noticia es que Jesús vino al mundo para cambiar el corazón de los hombres, para salvarlos del peligro y la perversidad. No sucederá si no quieren cambiar sus sentimientos de egoísmo, envidia, venganza, maldad. Es una decisión.
Pero ellos igual, imploran o imploraron a Dios por sus flaquezas.
Una cosa es conocer la historia de Jesús, otra conocer al Jesús de la historia.
Esta Semana Santa en plena pandemia, algunos concurrirán a sus iglesias, otros aprovecharán el fin de semana largo. Sepan que Dios será lámpara en su camino.